miércoles, 19 de noviembre de 2014

Metas y objetivos de los Haitianos y los dominicanos

La vecindad  de Haití ha sido y será el principal problema de la República Dominicana.
Este no tiene solución simple, tenemos que resolverlo de forma inteligente y pragmática. Antes de concentrarnos en la lógica  de una amenaza haitiana pura y simple, debemos encontrar herramientas modernas,  y tratarlo como un gravísimo problema que estamos obligados a encarar, pero a la vez  como una gran oportunidad para beneficios de ambas partes.
Solo los genios llegan a soluciones sencillas para problemas complejos y lo logran rompiendo paradigmas. Nosotros, debemos ayudar a Haití, este debe ser nuestro paradigma irrenunciable.  Ayudarlo, para que las superpotencias, que pretenden romper la frontera, aceptada y trazada desde el 14 de abril de 1936, se esfuercen con honestidad en aportar recursos para que tanto Haití como nuestro país se conviertan en naciones modernas, logrando dentro de dicho proceso la inserción de las mismas en la economía de altas tecnologías y los nuevos  rumbos que ha tomado el comercio internacional.
El Estado dominicano no es un Estado dictatorial, como en el pasado, su meta principal debe ser respetar los derechos humanos, a la vez que busca el bienestar de todos, protegiendo la frontera, los valores patrios, identificando nuevos mercados,  incluyendo el haitiano, para aumentar el patrimonio nacional, consiguiendo el respeto, y el beneficio de todas las partes.
El uso de computadoras modernas en la frontera y los puntos de entrada al país, debe ser una prioridad nacional, pues está a la vista que el fusil y la macana, no han sido eficientes en este proceso de control.    La Junta Central Electoral y la DGII tienen mucha experiencia en el uso de estas tecnologías de control y deben moverlas hacia la frontera. Igual control y exigencia  debe establecer la nación Haitiana con relación a los dominicanos y demás extranjeros.
Crear una frontera digital, de modo que todo el que entre al territorio dominicano, tenga una documentación legalizada.  También debemos reclamar al gobierno dominicano que los extranjeros paguen impuestos con la misma rigurosidad con que la DGII nos los exige a los dominicanos. Ningún extranjero puede disfrutar de nuestros recursos sin aportar.  Ya los haitianos no están en los cañaverales, están en el centro de Santo Domingo, Santiago, San Francisco de Macorís, las principales ciudades y polos turísticos, por tanto  deben pagar impuestos y contribuir con el enorme gasto que representa su presencia en el país en materia de educación, salud y otros servicios públicos.
Dentro de estos propósitos, los haitianos y dominicanos,  debemos aunar esfuerzos para solidificar nuestras estructuras productivas   y de comercio,  propulsando  una estructura vial de vital importancia  como lo es el Ferrocarril Internacional Nordeste-Dominicana- Haití,  el cual no solamente será un instrumento eficaz para controlar el proceso migratorio, sino también,  para propulsar en forma efectiva  el desarrollo de las fuerzas productivas  y demás sectores sociales de ambas naciones.

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