Cuando escucho a un familiar o amigo que me dice que acaba de
ducharse y aún así esta sudando, siento el tremendo flujo de ingenuidad
de esa persona. Es evidente, que no conoce la ley cero del calor.
Ahora que estamos en verano debemos conocer esta ley cero, así
podremos administrar mejor el calor que nos agobia, el cual en cualquier
momento se puede tornar peligroso y hasta provocar la muerte de
algunos.
Como cibaeño, durante años he hablado a mis alumnos de la UASD y de
otras universidades, de lo orgulloso que estoy de mi mata de mango en
Castillo, provincia Duarte. He pasado los mejores momentos de mi vida
debajo de ella. Es la sombra más dulce, donde la temperatura en su
tronco es inferior en cinco grados a su ambiente. Es mi mejor antídoto
para el calor de verano.
Los campesinos y los ricos conocen muy bien, por experiencia, la ley
cero del calor. Mientras los primeros, tienen un río donde pasan horas
sumergidos, los segundos tienen su jacuzzi, donde hacen lo mismo y
logran igual resultado, una temperatura agradable para pasarla bien.
El problema está con nosotros, la clase media y los pobres, que
vivimos en la ciudad y no tenemos acceso ni al jacuzzi, ni al aire
acondicionado, ni al río y mucho menos a la sombra de una frondosa mata
de mango. La solución: conocer la ley cero del calor y dejarnos guiar
por ella, obedecerla como si fuera una ley de estado.
La ley cero nos dice que dos cuerpos al pegarse el uno del otro el
que tiene mayor temperatura le transmitirá un flujo de calor al que
tiene menos, y al final de un tiempo prudente, ambos cuerpos tendrán la
misma temperatura. El que está caliente, se enfría un poco y el que
esta frío, se calienta un poco, hasta quedar ambos a igual temperatura.
Este proceso, a diferencia de los procesos eléctricos, que son súper
rápidos, son lentos y se toman un tiempo adecuado, a veces de horas.
Si nos damos una ducha rápida, es poco tiempo para el equilibrio
térmico entre el agua y nuestro cuerpo, pero si nos sumergimos una hora o
más en un río, un jacuzzi, una piscina o en un tanque de agua, un flujo
de calor saldrá de nuestro cuerpo lentamente hacia el agua fría y en
media hora o más, nuestro cuerpo habrá expulsado mucho calor, suficiente
para sentirnos frescos y en un estado de bienestar, casi de éxtasis,
donde no necesitamos aire acondicionado.
Siempre he aconsejado a mis alumnos y ahora a todos mis lectores,
cumplir con la ley cero, aunque sea con un tanque de agua, para no
sufrir de calor, y así estudiar y trabajar con más entusiasmo.
Finalmente, compremos un tanque de agua y todos los días en este
verano, vamos a sumergirnos media hora, sin la elegancia del jacuzzi,
pero con el mismo resultado de una temperatura agradable para nuestro
cuerpo. Cumplamos con la ley cero y seremos más felices, cooperadores y
trabajadores.
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